Tulancingo se ubica en un valle que es cruzado por dos ríos, lo cual aporta a la región una situación muy apta para la agricultura y la ganadería. Al poniente, en partes altas, se ubican extensos bosques de coníferas.
En medio de un amplio valle se encuentra esta población ubicada estratégicamente en la ruta que va de la Ciudad de México hacia el Golfo de México. Tulancingo es un centro productor de textiles y diversos productos alimenticios.
De patrimonio material destaca la catedral, una construcción que fuera un convento franciscano y que hoy domina el paisaje urbano, a lo que se suma la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona de la localidad. Cuenta con múltiples museos como el del Ferrocarril, el de Datos Históricos y uno muy especial dedicado a Rodolfo Guzmán Huerta, mejor conocido como “El Santo”, luchador legendario e ícono de la cultura mexicana por sus apariciones en el cine. De su patrimonio arqueológico conviene visitar la antigua ciudad de Huapalcalco, de influencia teotihuacana y tolteca, en la zona también está la Cueva del Tecolote, la cual ostenta pinturas rupestres.
El patrimonio cultural inmaterial de Tulancingo aporta diversas artesanías como son los artículos hechos de lana, alfarería de barro rojo, objetos de palma y bordados indígenas otomíes. De su gastronomía destacan productos lácteos como el queso de tenate, botanero y manchego, además de la famosa crema de Tulancingo y los dulces de leche con nuez. Tienen alta estima entre los habitantes los llamados guajolotes, antojitos consistentes en un pan blanco relleno de enchiladas y es también afamada la barbacoa de borrego estilo Tulancingo. Mención aparte merece el mole de Santa Ana Hueytlalpan, comunidad indígena en donde sus cocineras tradicionales preservan en sus hábitos la receta y lo preparan con carne de guajolote.